"Espacio renacentista"
"Espacio renacentista" nos acerca a una época cuyos textos son el objetivo de este trimestre. ¡A disfrutar!
domingo, 10 de febrero de 2008
jueves, 7 de febrero de 2008
sábado, 26 de enero de 2008
Actividad
Lee el siguiente texto y elabora su esquema.Para ello piensa a qué pregunta/s responde cada párrafo. Te doy una pista, el primer párrafo del texto nos habla de la finalidad del arte en el Renacimiento. Otra pista son las negritas.
LA ESTÉTICA RENACENTISTA
El arte y la literatura van a tener durante el Renacimiento una importancia fundamental. Para el artista creador su actividad supone una de las tareas más elevadas del espíritu humano. Para el contemplador es un deleite intelectual. En las obras se manifiesta la concepción del mundo de la época y las ideas que hemos estudiado como características. El Renacimiento tiene conciencia de lo que debe ser el arte y teoriza frecuentemente sobre ello.
En principio el arte abandona la supeditación a lo religioso que dominaba en la Edad Media. Tanto la arquitectura como la literatura y la plástica pasarán a considerarse como arte. Cambian los temas de la representación y la poesía para hacerse profanos –el amor en las églogas de Garcilaso; la alegoría de la primavera o el nacimiento de Venus, en Botticelli; el cuerpo de David desnudo, en Miguel Ángel; la multiplicación del retrato-. La naturaleza, el amor, la belleza, el cuerpo se convierten en elementos de interés y de estudio y se pretende conseguir a través de ellos el ideal de perfección. Alrededor de esta idea gira la estética renacentista: conseguir la belleza que se equipara con la perfección. Pero lo perfecto es aquello donde domina la armonía, el orden y la razón.
La proporción se convierte en una preocupación constante. Y es aquí donde el Humanismo se manifiesta una vez más: si el centro del mundo es el hombre, él será también la medida de las cosas. La proporción de los edificios renacentistas se basa en al hombre. Desaparecen los inmensos y continuos edificios medievales y se sustituyen por construcciones racionalmente divididas en formas geométricas ordenadas. La obra, siempre unitaria, está destinada a complacer el intelecto, a ser comprendida en una sola mirada. Carece de recovecos, de secretos, que luego en el Barroco serán la base de la estética sensualista y de nuevo antihumanista.
En la representación figurativa el Renacimiento busca sobre todo la belleza ideal. La mitología se desarrolla por su interés en sí y porque permite el tratamiento libre de la belleza del cuerpo, en muchos casos desnudo. Pero también en los temas religiosos se estudia la perfección para conseguir el ideal. La belleza de las proporciones, los ritmos y los movimientos pausados, el deleite por la naturaleza que rodea a los personajes, la carencia de expresiones violentas o sentimientos fuertes son características de un arte que, como el griego, sitúa la belleza en la perfecta moderación
El concepto de obra cerrada y unitaria es también importante. El cuadro, la obra literaria tienen un orden interno perfecto. La composición centrada (circular o de triángulo isósceles en pintura) permite esa ordenación: lo principal ocupa el centro, alrededor del cual se sitúan simétricamente todos los demás elementos; paisajes, construcciones, árboles, etc. Sirven para realzar el tema central y añadir a la obra el sentido de perspectiva y de armonía. El sentido de tranquilidad se deriva de ese orden que, a su vez, manifiesta una concepción del mundo estática, ordenada, en la que el hombre domina porque posee el elemento racional.
LA ESTÉTICA RENACENTISTA
El arte y la literatura van a tener durante el Renacimiento una importancia fundamental. Para el artista creador su actividad supone una de las tareas más elevadas del espíritu humano. Para el contemplador es un deleite intelectual. En las obras se manifiesta la concepción del mundo de la época y las ideas que hemos estudiado como características. El Renacimiento tiene conciencia de lo que debe ser el arte y teoriza frecuentemente sobre ello.
En principio el arte abandona la supeditación a lo religioso que dominaba en la Edad Media. Tanto la arquitectura como la literatura y la plástica pasarán a considerarse como arte. Cambian los temas de la representación y la poesía para hacerse profanos –el amor en las églogas de Garcilaso; la alegoría de la primavera o el nacimiento de Venus, en Botticelli; el cuerpo de David desnudo, en Miguel Ángel; la multiplicación del retrato-. La naturaleza, el amor, la belleza, el cuerpo se convierten en elementos de interés y de estudio y se pretende conseguir a través de ellos el ideal de perfección. Alrededor de esta idea gira la estética renacentista: conseguir la belleza que se equipara con la perfección. Pero lo perfecto es aquello donde domina la armonía, el orden y la razón.
La proporción se convierte en una preocupación constante. Y es aquí donde el Humanismo se manifiesta una vez más: si el centro del mundo es el hombre, él será también la medida de las cosas. La proporción de los edificios renacentistas se basa en al hombre. Desaparecen los inmensos y continuos edificios medievales y se sustituyen por construcciones racionalmente divididas en formas geométricas ordenadas. La obra, siempre unitaria, está destinada a complacer el intelecto, a ser comprendida en una sola mirada. Carece de recovecos, de secretos, que luego en el Barroco serán la base de la estética sensualista y de nuevo antihumanista.
En la representación figurativa el Renacimiento busca sobre todo la belleza ideal. La mitología se desarrolla por su interés en sí y porque permite el tratamiento libre de la belleza del cuerpo, en muchos casos desnudo. Pero también en los temas religiosos se estudia la perfección para conseguir el ideal. La belleza de las proporciones, los ritmos y los movimientos pausados, el deleite por la naturaleza que rodea a los personajes, la carencia de expresiones violentas o sentimientos fuertes son características de un arte que, como el griego, sitúa la belleza en la perfecta moderación
El concepto de obra cerrada y unitaria es también importante. El cuadro, la obra literaria tienen un orden interno perfecto. La composición centrada (circular o de triángulo isósceles en pintura) permite esa ordenación: lo principal ocupa el centro, alrededor del cual se sitúan simétricamente todos los demás elementos; paisajes, construcciones, árboles, etc. Sirven para realzar el tema central y añadir a la obra el sentido de perspectiva y de armonía. El sentido de tranquilidad se deriva de ese orden que, a su vez, manifiesta una concepción del mundo estática, ordenada, en la que el hombre domina porque posee el elemento racional.
miércoles, 28 de noviembre de 2007
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